Decía Robert Louis Stevenson que “no había estrellas tan bonitas como las farolas de Edimburgo”. Una manera muy significativa de mostrar su admiración por la ciudad que le vió nacer y donde vivió 29 años. Adéntrate en la Edimburgo de Robert Louise Stevenson conmigo.
Edimburgo como inspiración
Edimburgo sería para Stevenson más que el nido, sería una fuente infinita de inspiración que se refleja en su prolífica obra. Hijo de un ingeniero, nace el 13 de noviembre de 1850 en el corazón de la capital escocesa. Su abundante trabajo destila de manera consciente e inconsciente, la esencia de Escocia, pero muy particularmente de Edimburgo.
Si como en un primer momento estaba previsto, Robert L.Stevenson se hubiera convertido en ingeniero, no habríamos tenido la oportunidad de sumergirnos en su nutrido mundo literario. Quizás, tampoco la literatura se habría acercado tanto a la realidad de la idiosincrasia escocesa. Y es que en gran parte de su obra se detecta la presencia de la ciudad de sus personajes, anécdotas y su cotidianidad. Todo se almacenó durante tres décadas en su subconsciente y brotó inevitablemente para verterse en sus libros. Se construyó así uno de los escritores de referencia de la literatura anglosajona

Foto: Laura Medina
«No hay estrellas tan bonitas como las farolas de Edimburgo»
R.L.Stevenson
La dicotómica historia del Deacon Brodie, un fabricante de muebles, Presidente de la Cámara de Comercio, Canciller de Edimburgo por el día y ladrón por la noche, conmocionó a la sociedad edimburguesa en el siglo XVIII. Esto sin duda marcó los cimientos para que Stevenson diera forma al El extraño caso del Doctor Jeckyll y Mr. Hyde.
De la misma forma en El ladrón de cadáveres, se refleja la escabrosa realidad que sufrió Edimburgo en el siglo XIX. El auge de la Medicina y la necesidad de cuerpos que fueran donados para la ciencia, promovió el tráfico de cadáveres con casos tan sonados como el de Burke y Hare.
No obstante, si hay un libro que refleja el vínculo de Robert Louis Stevenson con su ciudad natal ese es, Edimburgo notas pintorescas. Como buen escritor de viajes sumerge al lector en la Edimburgo más auténtica. A través de sus capítulos, describe con maestría y precisión estampas que conectan con las raíces y el costumbrismo de la urbe.
Husmear en sus páginas es adentrarse en los sombríos callejones de la Old Town y saludar a la vecindad de tiempos pretéritos. Pero también es perfilar la ciudad desde lo alto de Calton Hill o adentrarse en las leyendas que destilan sus innumerables rincones.
Tras su rastro
Para acercarse a la biografía de Robert Louis Stevenson es imprescindible un paseo por la New Town. Las tres residencias en las que creció el escritor escocés (el número 8 de Howard Place, Inverleith Terrace y el número 1 de Heriot Row) se sitúan en este barrio.
Una “ciudad nueva” que se empezó a construir a finales del siglo XVIII, impulsada por las clases acomodadas cuando el problema de hacinamiento que sufría la Old Town era insostenible. En este aristocrático barrio, hoy Patrimonio de la Humanidad, Stevenson creció aquejado siempre de una débil salud.
En la New Town también se localizaron los diferentes colegios a los que asistió. Uno de ellos fue el del número 14 de Canonmills, así como las clases particulares que le impartían en India Street y Friederick Street. La Edinburgh Academy, en Henderson Row, muy cerca del pintoresco barrio de Stockbridge, también lo acogió como alumno.
Si se cierran los ojos, uno puede imaginar al joven Stevenson correteando por sus amplias avenidas, custodiadas por señoriales edificios fundidos en estilo neoclásico y georgiano y sus ventanales.

Los pubs siempre han sido los lugares de socialización en Escocia. Durante sus años de juventud, Stevenson también los frecuentaría junto a su grupo de amigos. Algunos de esos bares en donde se reunirían se situaban en Lothian Road (calle principal del actual distrito financiero de Edimburgo), pero también en el área de la Old Town.
Sin embargo, no todo era ocio en la vida del escritor. Antes de centrarse en la literatura estudió en la Universidad de Edimburgo, una institución cuya sede se encuentra a menos de diez minutos de la céntrica Royal Mile.
Stevenson resaltaba de Edimburgo la integración de la naturaleza en medio de los elementos urbanos. Y es que la capital de Escocia combina a la perfección su lado más urbanita, con sus zonas verdes. Hallarse en medio de un tráfico insufrible en Princes Street, puede cambiarse con un paseo de unos diez minutos en dirección hacia la ribera del río Water of Leith en su paso por Stockbridge.
Quizás esa necesidad de huir del agobio, propio de una gran ciudad, es herencia de su infancia. Hay que recordar que cuando niño pasaba mucho tiempo, en Colinton a las afueras de Edimburgo, donde su abuelo residía en una mansión y donde Stevenson disfrutaba en compañía de sus primos.
Es amplia la lista de enclaves por donde transcurrió la vida del escritor, antes de que abandonara definitivamente Escocia. Luego se convertiría en un gran viajero y reflejaría muchas de esas nuevas vivencias en sus escritos
El legado de la Ciudad Literaria
En 2004 Edimburgo fue catalogada como Ciudad Literaria por la UNESCO Evidentemente una parte de culpa la tiene Stevenson, de la misma forma que también Walter Scott, Robert Burns, Ian Rankin o Muriel Spark. Edimburgo ha sido la musa, pero ellos con su imaginación y su escritura también la inspiraron a ella.

Por este motivo, locales y visitantes pueden encontrar el Museo de los Escritores (con amplia documentación sobre Stevenson, Burns y Scott) una de las recomendaciones imprescindibles para quienes aman la literatura. También el Storytelling Centre o el Festival Internacional de Literatura, completan, junto a otros eventos literarios anuales la oferta cultural vinculada a las letras. Porque hay ciudades que como en Edimburgo dan muchas páginas para escribir.
Quizás también te interese leer: Seis planes para hacer en Edimburgo